Un empate de gloria y maldición.
Esta vez escribo desde la perspectiva de una aficionada más, de la que tuvo la oportunidad de estar en ese partido pasional, trepidante, de ida y vuelta. Mi primer partido de fútbol en otro país, mi primero en Europa. El lugar, el Santiago Bernabéu, el partido los cuartos de final entre el Real Madrid y el Manchester United.
Los “Red Devils” llegaban con el
peso de la maldición del Bernabéu, en ninguna ocasión han podido conseguir la
victoria, los Blancos con el peso de una campaña llena de claro oscuros.
El Madrid abrumando en la primera mitad, pero
sin abrir la cancha, tirando y tirando, pero castigado con su talón de Aquiles
la defensa a balón parado, desatado por momentos, nada parecido al que se
atrinchera contra el Barcelona. El
Manchester esperando, sometido a su propia falta de creatividad, un Ronney
impávido, el conjunto aguantando el momento de la equivocación del rival, un
tiro de esquina la solución Welbeck el rematador el que le dio un respiro y un
suspiro a los del United. Pero Cristiano con su habilidad como rematador sentenciaría
un partido trepidante hasta al final.
La segunda mitad fue otra
historia el United menos a más y un Madrid todo lo contrario, los ajustes en el
campo hicieron que el partido se volviera más ríspido, más emocionante, de
locura, de grandes atajadas, los héroes De Gea y López… remates espectaculares
a salvadas de completo milagro. Eso fue el partido, dos colosos, llenos de historia
de misticidad, se ofrecieron una tregua que durara hasta su camino al Old
Trafford, al reino de los sueños.
*DATO ANECDÓTICO.
Las 4 veces que el Madrid ha terminado
en casa 1-1 en competiciones europeas, en ninguna ha logrado avanzar de ronda.
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